Ayer me tomé la mañana libre, relajadamente remoloneando en
la cama y leyendo. Y cuando me levanté tarde dije “bueno es mi hora de
levantarme en España.” Pero bueno, no es cuestión de dormir mucho, tiene su
justificación: me había acostado tarde… ¡por fin empecé a “hacer amigos”! El
grupo de brasileiros resultó muy interesante. Uno de ellos, Ricardo, estará en
Chiang Mai (mi próximo destino) a la vez que yo y espero volver a encontrarlo.
Es médico y se ha tomando un año sabático antes de asentarse más. El resto
están camino de Camboya… Además,
estuve hablando con mi vecina de abajo (de la litera) que ha estado 2 años
viajando por el mundo. Era su última noche en Bangkok y volvía su casa a trabajar. Además, estaba
Lisa, una alemana muy guapa, pero con carácter muy alemán muy graciosa… se
enamoró de un brasileiro durante la noche. Viajaba también sola, pero sólo
durante 3 semanas. Cada persona, cada historia tan particular, son muy
interesantes de conocer. Y estar sola te obliga de alguna manera a establecer
conversaciones con gente que seguramente no te acercarías tanto si viajaras en
grupo o en pareja. Y como casi todo en la vida, lo más interesante es
disponerse a escuchar. Para eso tenemos dos orejas y una boca, ¿no?
Pues pasadas las 14:00 hora local, salgo del hostel en
dirección Silom, una zona más occidental, con sus rascacielos y edificios
administrativos. Salgo en barco y me adentro en un mercadillo de comida donde
me como unos noodles con chicken de muerte. Muerte por que no puedes dejar de
comerlos por lo buenos que están, pero a la vez que te hacen sudar más y más de
su picante y su sopa caliente.
Antes y después: noodles con palillos y cuchara. Arroz con cuchara y tenedor.
De nuevo tomo el barco para ir al mercadillo Asiatique, que
tienen barcos gratuitos desde Sapan Taksin. El mercadillo es monísimo, un
estilo a Las Rozas village o Plaza Mayor. Las compras no se si merecen la pena,
noté los precios un poco caros. Pero lo mejor sin duda es ver el atardecer con
vistas al río. Y todo gratis. Allí el ambiente también es muy curioso de
observar, chinos, japoneses e indios adinerados dispuestos a estar 5 minutos
con un plano con tal de conseguir la mejor foto de la puesta de sol.
Asiatique: Centro comercial abierto a la vera del río
Atardecer desde el Asiatique
Después tomé de nuevo el barco para acercarme a Silom, con
idea de ir al Sircco bar. Esta en la 64º planta de un hotel de lujo y es famoso
por sus impresionantes vistas, a parte de por ser una de las localizaciones de
la película resacón 2. Llegar a la 64º planta en un suspiro impresiona, pero lo
hace aun más salir a la bóveda con 10 azafatas recibiéndote y ver Bangkok a tus
pies. La zona del bar es bastante pequeña y está llena de gente, para poder
sentarse hay que cenar, y creo que la cena te puede salir más cara que
cualquier cena de lujo en Madrid. Me pedí un Mai Tai, por quedarme allí
disfrutando de las vistas un rato. 600 Bats (15€) merecen la pena. Son cosas
que se hacen una vez en la vida. Y así como si nada, conocí a varias personas
muy interesantes y disfruté de una agradable compañía con otros dos Mai Tai’s cortesía
de un Australiano que confesaba estar forrado… “pues si lo estás, no te importa
invitarme” pensé. Pero no penséis mal, yo a las 22:00 ya estaba de vuelta a mi
hostel.
Tras vivir la experiencia lujosa de tomarme un (tres) cocktail en lo alto de Bangkok a
coger el autobús más ratero lleno de locales hay una felicidad común a ambas
situaciones. Estar viviendo algo siempre nuevo y saber envolverte en ambas
situaciones.
Hasta ahora, los autobuses que había cogido tenían al
conductor, y una mujer cobrando los tickets. En este, era un hombre el de los
billetes, y no quiso coger mi dinero… ¡pasó hasta 3 veces por mi lado y nada!
El bus sólo cuesta 12-15 Bats (30-40 céntimos) y me parecía feo, pero bueno...
No me quedó más
remedio que no pagar.
El bus 1 te deja donde el Gran Palacio y pues desde allí se
puede ir andando perfectamente hasta Khao San, especialmente de noche cuando ya
no aprieta el sol. Paseando por el parque, me di cuenta que había un mercadillo
nocturno muy cerca y allí que fui. Ni un extranjero, solo Tais. Muy curiosa una
zona donde toda la calle eran alfombras y estaban preparados para masajes.
Muchos móviles de segunda mano y más de lo mismo.
Después confieso que me encontré perdida, dando vueltas a mi
mapa… pero una amable travelo se acercó y me preguntó donde iba. Con mi voz
inocente (y como me enseñó mi madre) con una gran sonrisa “Khao San”. Me señala
con el dedo y me dice… “pero si está ahí al lado”. Uff… menos mal.
Quiero resaltar que en ningún momento he sentido miedo ni
nada por estilo… Sólo la incertidumbre de no saber por donde ir o el
sentimiento de saber si estás en el sitio correcto, si te están tangando o no…
pero nunca miedo.
Y hoy…
Esta mañana he salido a pasear y a buscar algo de comida
antes de ponerme a escribir y me he topado con otro templo al que parece que he
entrado por la parte de atrás. He estado durulando por ahí hasta que he llegado
a la zona donde estaban rezando y tan dispuesta he ido a entrar. No era nada
turístico. Real real. Pues bien ha salido persiguiéndome un hombre que tenía
cara de buena gente pero estaba escandalizado y con señales me dice:
¡Fuera fuera! Lleva
los hombros descubiertos…
Salgo pitando… lo menos que quiero hacer es ofender a nadie.
Empieza el día de forma muy curiosa… Sigo paseando por las calles de la zona,
me compro unos mini-donuts de la calle por medio euro (20 Bats) y sigo en
búsqueda de café… que hoy parece que me hacía falta. Curiosamente, las calles
durante las horas de sol son más fácilmente transitables gracias a los miles de
puestos que se ponen a cada lado, puesto que crea una especie de pasadizo de
sombra. Es salir al sol y empezar a caer goterones de sudor. Pues andando iba
en búsqueda de mi café cuando me topo un carrito de comida ambulante
interesante… estaba haciendo una especie de batido cual Starbucks a una señora.
Un poco de café, leche condensada, azúcar (estos le echan azúcar hasta los
noodles así que no me extraña) y algo de un bote que parece leche de soja. Lo
más curioso… que después coge una bolsa de plástico, mete hielo y ahí la
bebida… Y con una pajita ya tienes tu súper café con leche helado. Después de
la señora me toca y hago señales de “yo quiero uno igual”. 15 Bats.
Todo buenísimo.
Que intenso Maribel.
ResponderEliminarMe alegra sentir que estas gestionando tus temores de forma adecuada.
A ver que nos cuentas de tu autobus en el post de mañana.
un beso gordo y buen viaje.
¿Sabías que el sol también sale y se pone en nuestra mente?
ResponderEliminarNo te quiso coger el dinero porque te estaba tirando los trastos a su manera asiática discreta! xD
ResponderEliminarP.d. - "Estar viviendo algo siempre nuevo". Des-gra-cia-da.