En el barco hasta Gili T, la grande de las tres Gilis, ya
coincido con una española que conocí en Nusa Lembongan y que sería mi compañera
de viaje en los próximos días. Además, viajaba conmigo un alemán (que habiendo
pasado un año en Valencia de Erasmus tenía el alma fiestera impregnada) que
sería mi roommate de bungalow en la isla.
En ninguna de las Gili hay vehículos motorizados. Sólo
caballos y bicicletas. Es maravilloso.
|
Transport Mr? |
El reggae y las sonrisas inundan las calles. Los locales te
preguntan sin cesar de dónde eres y a donde vas. En muchas ocasiones es para
intentar venderte algo o incluso peor, para intentar ligar contigo, pero no hay
que quitarle mérito a su gracia y reconocer que gusta que al segundo día de en
la isla ya se conozcan tu nombre. Es muy curioso como se ven infinidad de
mujeres mayores o no muy guapas con chicos indonesios surferillos guaperas (o
no) con su tableta de chocolate bien marcada.
La isla se puede recorrer entera (es decir, darle la vuelta)
andando en unas dos horas, en bici o corriendo en unos 40 minutos. Merece la
pena recorrer cada esquina y sobre todo ver los resorts romanticones que están
lejos de la calle principal.
|
Paseando por la isla |
Cada noche un local protagoniza la fiesta. Los domingos el
bar irlandés, el lunes el Sama Sama, el martes el Blue Marlin… etcétera. Podrás
ver de todo. Desde el mochilero británico borracho (los australianos
normalmente se quedan en Bali) hasta el rastafari más relajado e incluso algún
puretilla ensetado. Si, las islas son famosas por la facilidad de encontrar y
tomar setas. Mi preferido fue el Sama Sama donde gente local toca en directo
rock y reggae.
|
Isla del buen rollo |
Pero no sólo es fiesta, es posible también realizar buen
buceo (entorno a 350.000 por inmersión), disfrutar de la playa, hacer yoga (100.000
rupias sesión) y practicar snorkling (10.000 el alquiler). ¡Las tortugas se ven
a metros de la playa!
|
Tortuga en la orilla |
|
Mari se va de buceo |
Mi momento favorito del día lo pasaba charlando con viajeros
o locales en el Sunset Point a ritmo de timbales mientras el sol se posaba tras
el horizonte dejando estampas tan bonitas como estas:
|
Atardecer desde el Sunset Point |
|
Amenizada con timbales |
La gastronomía también es una delicia en la isla, teniendo
mil opciones de comer. Si quieres algo barato opta por cualquier worong en la
zona interior. Los clásicos son el Nasi Goreng (arroz frito) o Mee Goreng
(noodles) por unos 10.000-15.000 rupias. Un euro vamos. Si quieres algo más
sofisticado hay miles de lugares donde poder cenar a la luz de las velas en
primera línea de playa.
En el mercado nocturno encontrarás pescado fresco de buena
calidad a precio razonable (si lo quieres barato tendrás que ir hasta Flores),
pero además, personas con las que compartir esa cena. Nosotros nos juntamos con
un murciano que empezó a hacer la vuelta al mundo en bici y un argentino
encantador que lleva años viajando. Pero la cosa no acabó allí, la noche
siguiente se añadió al clan un chileno, dos vascos y dos rusos de muy buen ver.
Pero (siempre tiene que haber un pero) un pequeño
inconveniente hace que no pueda ser un paraíso. Los locales, en principio, parecen muy majos y todos te saludan con un sonriente "Hello Mrs. Where are you going?" cuando paseas por la calle. Pero si estás soltera y eres extranjera en algunos momentos te sentirás atosigada por tantas propuestas de matrimonio. No es broma. Aun así, como siempre, hay que tomárselo con unas risas y el asunto se queda ahí. Al segundo día, muchos de ellos ya se sabían mi nombre y que era de España.
Además, Las duchas y las piscinas
también son de agua salada. Así que si quieres una ducha de agua dulce (como
las duchas de toda la vida, vaya) tendrás que comprar agua embotellada. Como
ese no fue mi caso, tras 5 días de lavarme el pelo con agua salada estaba
estropajoso estropajoso. Menos mal, que fue llegar a Lombok y problema
solventado.
Siguiente destino: Sengingi y Kuta (Lombok).
|
En barco hasta Bengsal (y después Sengingi) |
No hay comentarios:
Publicar un comentario