jueves, 24 de octubre de 2013

Despedida a lo grande de Koh Tao


Hasta ahora no me había planteado asentarme en algún lugar concreto durante mi viaje. A la hora de volver a hacer la mochila sólo nacía la pereza, pero no la pena de dejar algún lugar atrás. Pero es algo que si me ha ocurrido con Koh Tao. Quizás vuelva. Quizás no. Pero al menos he podido disfrutar de una semana larga (tras la decisión de extender mi paso por la isla dos veces) como una enana.

Tras obtener el open wáter nos disponíamos a salir de la isla por el caminito que recorre la playa de Sairee hasta el Puerto y pasando por Pura Vida me dio un vuelco y decidí quedarme a cursar el Advance. Una noche más.


El advance suponía realizar otras 5 inmersiones en el mar, incluyendo bajar a 30 metros de profundidad y la inmersión nocturna. De nuevo, no pude dejar de sonreir en esos días.

No estaba nerviosa, si no encantada. Primero llegaron dos inmersiones en las cuales practicamos la orientación (con brújula) y la flotabilidad (pasando por aros y haciendo piruetas debajo del agua). La brújula dejémosla para mi compañero de momento, por que si es por mi, salimos en la siguiente isla. Las piruetas se me dieron algo mejor. 

Y tras el atardecer más bonito del mundo, llegó la inmersión nocturna. 
Atardecer desde el barco
Todo es igual, la sensación del calma y plenitud te inunda tras desinflar el chaleco para introducirte en la mar, salvo porque tan sólo ves lo que alumbras con la linterna que llevas enganchada a la mano derecha. Los erizos se multiplican (¿de dónde saldrán?) y el plancton fluorescente se revoletea en lo más profundo. 
Inmersión nocturna
Al día siguiente realizamos la bajada a 30 metros, donde se encuentra un barco hundido de la Segunda Guerra Mundial. La visibilidad era poca, pero nos sorprendió ver como la botella de CocaCola que llevaba el instructor se había reducido en tamaño considerablemente y su etiqueta en vez de roja aparecía ser negra. 

Fue muy gracioso el momento de realizar la prueba de narcosis a los 30 metros. La narcosis es una tontería que le entra a determinadas personas por la profundidad y se comprueba simplemente probando el razonamiento matemático del compañero. Había que dar la cantidad (mostrando los dedos) restantes hasta sumar once. Esto nos lo explicaron en el barco. Cuando nos pusimos de pie en círculo, el instructor (si, el guaperas madurito de la foto) me hizo una seña mostrándome sus cinco dedos. Y por señas le intenté chocar la mano, sin recordar en absoluto lo de sumar hasta once. Se comenzó a reír con el regulador puesto y las burbujas salían a borbotones. Menos mal que no tardé mucho más en hacer la seña con seis dedos, porque si no seguro que hubiera pensado que daba positivo a eso de la narcosis. 

La última inmersión fue espectacular, "la naturalista". Se trata de observar peces en su hábitat y buscar rincones escondidos; avistar coral que se mueve cuando apenas lo rozas, mantas escondidas, peces mariposa en pareja, gambas, barracudas, payasos... Y lo mejor, es que de muchos de los peces, ya comienzas a hacer las señas a los compañeros. ¡Olé y olé! 

Ya en tierra, al recibir nuestra certificación de avanzados y disponer a organizar las cosas para coger el barco nocturno esa misma noche (que ya llevábamos más de una semana en la isla), nos proponen una barbacoa y fiesta de novatadas a los dive master recién licenciados. ¿Y qué iba a hacer? Pues, otra noche más. 

Os dejo alguna foto del comienzo de la noche. Del final… mejor no. Lo que sucede en Koh Tao, se queda en la isla, pero os prometo que los bailes debajo de la lluvia y el amanecer quedarán siempre en mi memoria. 
Novatadas a los dive-masters

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