lunes, 13 de mayo de 2013

Cuando el camino de ida es más corto que el de vuelta

Me dispongo a escribir este post sobre la ruta desde Khon Lor, pero he de hacer una pequeña mención a donde lo estoy escribiendo. Una imagen vale más de mil palabras.

Aquí relajada os relato mis últimos días de viaje
Salir de Khon Lor no fue tarea fácil. Es curioso como a veces en los viajes se te hace mucho más corto llegar que regresar, pero en este caso, el viaje de ida, muchas horas pero en un autobús, no tenía nada que ver con el de vuelta. No quería volver al norte hacía Vientiene puesto que las cuevas están situadas hacía al sur, quería ir hacía Pakse, para después continuar hacia las 4000 islas, al límite con Camboya. Pues bien, tras regresar de visitar las cuevas, no estaba claro cuando habría un autobús que saliera del pueblo, no hay horarios. Hay que esperar que pase. Por ello, cogimos las mochilas y nos pedimos algo de comer en un bar. Después de cenar y desayunar arroz blanco, había ganas de algo innovador por ello me pedí unos noodles (lease con sarcasmo). Y allí en el restaurante con vistas a la carretera a ver un autobús o tuk tuk o transporte similar que nos acercase al menos hasta el siguiente pueblo un poco más grande.

Pasó a la hora o así un songthau (tuk tuk grande) que nos lleva hasta el siguiente pueblo por 20.000 kips. Allí, corriendo saltamos en otro autobús, sin saber exactamente donde iba hasta montarnos en el. En este nos piden 25,000 kips. No había sitio para todos, y algunos se acabaron sentando en el suelo. Pero aún cabían más, a medio camino paramos y se montó una mujer con una bolsa algo grande con contenido curioso.

Estaba completo, pero aún cabíamos más

Cesta de insectos coleando
Este bus nos deja en otro pueblo donde pasa una carretera prinicipal. Allí negociamos con otro songhtau (nos juntamos unos 7) y por 20,000 kips nos lleva hasta Tha Kek. En este gente local se iba montando y bajando según les convenía, siendo común a todos ellos la palabra “falang” una vez se montaban y nos miraban. Le convencemos al conductor para que nos deje en un hostel que nos cuesta 30,000 kips la noche y alli cenamos puesto que no tenemos ganas ni de movernos.

Allí me encuentro con un chico que ya venía viendo en varios sitios (nota: es super gracioso como te vas encontrando a gente que sigue la misma ruta que tu mochileando). Me ofrece a ir a varias cuevas al día siguiente por la zona con su moto y pues ¿por qué no?

Y para mi sopresa ese día fue el día en el que aprendí a conducir una moto de marchas. Una moto semi-automática, pero tenía marchas, así que lo doy por válido. Sam, belga, que regresaba a Bangkok tras 3 meses de viaje, me enseñó y ¡qué bien me va a venir! Es muy conveniente alquilar motos para poder ver más y no tener que contratar ningún tour, sobre todo en las islas.
Mari, la súper motera molona
El día fue de cueva en cueva, ninguna como la de Khon Lor, pero las había de todos los tipos. Con Budhas dentro, con fluorescentes luminosos, con paseo en barca y baño incluído, con chapuzón de agua santa de los vecinos…
Entrada a unas cuevas
Cuevas con fluorescentes que cambiaban de color

Niño barquero que nos acerca a unas cuevas con su padre

1 comentario:

  1. Como se pasan los días de rápido.
    Que maravilla de grandeza ocupa tu tiempo.
    TQ mucho

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