jueves, 26 de diciembre de 2013

Mi primera experiencia couchsurfing: 4 días en SIN

Día 1 

Tras otro vuelo de Air Asia me planto en Singapur a primera hora de la mañana. En esta ocasión, sobre todo debido al precio de los hostels en esta ciudad, opté por lanzar varias peticiones de couchsurfing. Además, ¡en algún momento tenía que probarlo! 

Tras seleccionar unas 4 personas que me no parecieran asesinos en serie, con descripciones como gente normal y que tuvieran comentarios anteriores, les escribí a cada uno de ellos un mensaje personal. Todos me contestaron aunque sólo uno positivamente. Una chica estaba de exámenes, la otra por ahí de viaje... En fin, que el lugar escogido fue un sofá en la universidad nacional de Singapur. 
Prohibiciones por Singapur
Llegar fue muy fácil, y había quedado con mi couch en llamarle cuando llegara. Al no tener teléfono y debido a la inexistencia de teléfonos públicos, tuve que pedir ayuda a ciudadanos de a pie. 

Una chica que parecía maja me dejó su teléfono para llamar, pero no dejó de mirarme como si fuera un bicho raro. "¡Que esta niña no tiene teléfono!" gritaban sus ojos en silencio. 

Contacté con Brett, el que me aceptó en su casa, y su voz también parecía de fiar. Bien, no tendría que salir corriendo. Me comenta que en general los surfers se pierden y no saben llegar. Me bajaría a buscar al Starbucks en media hora. 

¿Qué dentro de la universidad hay un Starbucks? Si, efectivamente, tenía que cambiar el chip... Bienvenida a Singapur. 
Universidad Nacional de Singapur
Mi couch compartía piso de estudiante con otros 3 chicos que parecían todos muy majos y muy gays. Resultaba muy tranquilizados después del "atosigamiento" de Indonesia. Esa tarde una amiga tenía una exposición de arte en la ciudad a la que quería asistir, pero pedí por clemencia dormir una pequeña siesta.

Tras la típica broma de "eh, claro, eres española, necesitas una siesta", le explico que apenas había dormido la noche anterior. 

A las dos o tres horas me levantan los truenos que hacen retumbar las ventanas. Tocaba ponerse en marcha. 
Welcome to Singapore
En la exposición conocí a otros estudiantes y muchos expats que trabajaban en Singapur. Me sorprendió conocer que al menos la mitad de los que estaban ahí, habían trabajado en España antes. ¡Pero que internacionales que somos!
Exposición de arte
Después de la Exposición, vamos a Little India a comer un poco de curry con arroz exquisito, para después dirigirnos en grupo hasta Sentosa, donde una de las amigas de un amigo (conocido lejano vaya) celebraba un cumpleaños. 

Sin nada que envidiarle a Ibiza, por eso del precio de las copas y la piscina dentro de la discoteca, resultó ser una gran noche. 
Cumpleaños en Singapur
Día 2 

Al día siguiente tocó un poco de visita turística. Resulta muy fácil andar por las calles de Singapur  y el transporte público es una maravilla, ¡no tenía que regatear con nadie! Me recorrí Marina Bay andando hasta China Town contemplando la gente y pasando de centro comercial en centro comercial. La visita al Casino también fue obligada, recordad: llevar el pasaporte. 

En la bahía pude dejar mi huella en una pelota hinchable que después lanzarán por los aires durante el espectáculo de noche vieja. ¡Ya no queda nada! 

Deseos para el 2014
China Town está lleno de, como bien indica su nombre, Chinos. Aparte de la zona más turística donde puedes comprar de todo y disfrutar de las lucecitas, hay un mercado central donde de noche puedes disfrutar de gastronomía muy auténtica. Enamorada me quedé de los Dim Sum. Y de como los Chinos miraban como yo me los comía. 
Detalles de China Town
Día 3 

Llegó la hora de hacer efectivo el regalo de mi madre. ¡En busca del Iphone 5S por todo Singapur! Tras hacerme las cejas con hilo dental en Little India, me puse manos a la obra a preguntar en mil sitios donde poder conseguirlo con factura para poder pedir la devolución del IVA. Parecía tarea imposible. 

Todo parecía agotado
Pero en Sim Lim, ¡lo conseguí!  

¿Y por qué quiere un Iphone una mochilera? En principio, para nada, porque con ese dinero puedes vivir casi un mes por el mundo. Pero, mi madre necesitaba wassapearme, que la mandara fotos y llamadas por line. Además, en algún momento tocará la vuelta a la vida real ¿no? O no. Esa es mi gran duda ahora. Ahora y durante algunos momentos en mi viaje en los que me he encontrado vagando sola por lugares únicos. Como por Clark Quay al anochecer observando a todos los hombres trajeados tomarse una cerveza con los compañeros de trabajo. 
Clark Quay
Día 4 

Me levanto de un sobresalto pensando que sería pronto, pero al ver el reloj me sorprende ver que son más de las 10. Entre recoger los bártulos y despedirme se me va media hora y es cuando me doy cuenta que sí tomo el transporte público no llego al embarque de mi vuelo ni de broma. 

Tenía un pequeño inconveniente... La falta de efectivo. Corriendo intentó buscar un taxi que acepte visa, pero son todos de MasterCard. Se me ocurre la posibilidad de pagar en otra divisa, sabiendo que me quedaban 25 dólares. Le ofrezco todo mi dinero y por fin salimos en dirección al aeropuerto. 

"¿Qué terminal?" me pregunta el taxista que me había salvado de no perder el vuelo. "Errr, la de Air Asia". Y así, por no mirarme las cosas acabo en la terminal que no es. Al menos no me cobró los 25$ que le entregué en mano, fue tan amable de dejarme con 5$. 

Rápidamente hago el papeleo de la devolución del GST, que resulta rápido y fácil gracias a las máquinas que tienen ubicadas por todo el aeropuerto.

Corriendo cambio de terminal con el trenecito típico de conexión entre terminales y llego al embarque con 45 minutos de antelación. 

Pregunto a la azafata más simpática que veo si ya había perdido el vuelo y me dice que no, que tranquilamente haga la cola. Así, sin prisas. 

Desde ese momento vuelvo a respirar y todo vuelve a fluir. Bueno, al menos las prisas han servido de algo. 

Moraleja: si viajas con Air Asia con llegar hasta 30 minutos antes (aunque sea un aeropuerto enorme como Singapur) puedes facturar y embarcar sin problemas. ¿Porqué no somos así en Occidente? 

lunes, 16 de diciembre de 2013

Y un perdón, un hasta luego y namaste para todos

Mis disculpas primero, por no haber estado activa con este blog en el último mes. Prometo poneros al día en breve desde la comodidad de mi casa, por que si, como todo cuento de hadas, esto tiene un final. 6 meses que han volado, como volando vuelvo a casa ahora por Navidad. 7 países y miles kilómetros por tierra, mar y aire. 
Resumen de mi ruta por el Sudeste
Ha sido duro a momentos, pero ha superado hasta mis mejores sueños. Parece mentira que mis manos tiemblen igual hoy que cuando salí de España el 5 de Abril. Nervios, incertidumbre, felicidad, ilusión... 
Desde aquí quiero agradecer a todas las personas que me han apoyado en este proyecto, las que me han animado y a las que he tenido que convencer que esto es lo que necesitaba, a las que he conocido durante el camino y aquellas que ahora son parte de mi porque me han tocado en lo más profundo. A las que por skype se han reído de mis aventuras y las que estando a miles de kilómetros no se olvidan de mi. A los amores no correspondidos, los de una noche y a los de toda una vida. A los compañeros de viaje de unas horas o los que me han aguantado semanas. A aquellas personas que conociéndome o no me han acogido en sus casas. A todos vosotros ¡gracias! Por que más que cada país, la jungla, la comida, cada templo, catarata o cueva, lo que verdaderamente marca un viaje son las personas. 

A todos vosotros namaste: el espíritu que está en mi honra al espíritu que está en ti

Comencé este viaje con una lista interminable de preguntas. Sobre mi, sobre mis objetivos vitales, mi profesión, sobre el amor, sobre todo. Y la lección más valiosa que he aprendido y que quiero compartir con vosotros, es que es mejor no hacer esas preguntas. Formamos parte de algo hermoso, tan grande y singular, llamado universo. Y nos dará respuestas cuando lo necesitemos. Todo va y todo viene, tan sólo hay que tener la capacidad de ver la vida fluir y confiar que todo sucede por alguna razón. Esto tampoco significa esperar en el sofá a que la vida pase. Hay que unirse con la danza cósmica y salir a explorar los milagros del universo. 


Ay, como me cuesta pensar que esto ha terminado. Y es que si lo pienso bien, no lo ha echo. Tan sólo se ha escrito el primer capítulo del resto de mi vida. Porque como decía un tatuaje de un buen amigo "the rest of your life starts today".  

Y así, con una gran sonrisa y una lágrima brotando de mis ojos a la par, le digo hasta luego a Asia... Ha sido todo un placer. Y los que hemos llorado y reído a la vez sabemos que es magia pura. Seguiré disfrutando del viaje. A seguir disfrutando de la magia. 

domingo, 15 de diciembre de 2013

Varias formas de llegar a Flores (y cómo acabé escogiendo la peor de ellas)


Para llegar a Flores, que se sitúa al este de Indonesia, se pueden tomar varias alternativas.
De derecha a izquierda: Bali, Lombok, Sumbawa y Flores
La primera, la más cómoda, es el avión. Merpati y LionAir son compañías con vuelos regulares desde otras islas de Indonesia hacia Flores.

También es posible alquilarse una moto en Lombok y cruzar conduciendo todo Lombok y Sumbawa con la combinación de dos ferries para el trayecto por mar. Si tienes tiempo y ganas de disfrutar de un viaje diferente, no duraría en tomar esta opción.   

Otra alternativa, si estás en la zona de las Gili o en Lombok, es optar por una travesía de 3 o 4 días en barco hasta Labuan Bajo. El barco es simple, pero las espectaculares vistas, el snorkling de impresión, los atardeceres y la compañía harán que sean días inolvidables. El precio varía dependiendo de tus dotes de negociación entre 1,4 millones hasta 1,7 millones. Hay varias salidas a la semana.

Mi idea era esta, me dolía un poco el bolsillo, pero opté por esta alternativa ya que me apetecían unos días de relax y parecía el plan perfecto. Contraté el tour desde Kuta por 1,7 millones, ya que incluía el transporte hasta Bengsal, desde donde saldría el barco. Pero resulta que a eso de las ocho de la tarde se presenta en mi habitación el señor de la agencia con la que había contratado para decirme que había un pequeño problema.

No quedaban plazas para el barco. Tenía dos posibilidades, o bien esperarme dos días a que saliera el siguiente barco, o coger el transporte público combinando ferry y buses para llegar hasta allí.  Y así fue como tomé la decisión de coger esta tercera alternativa, que al menos implicaba un ahorro económico. Y mirad que por lo general soy de la hermandad del puño agarrado, pero una vez pasada esta experiencia, os digo, gastad el dinero invertir en la experiencia.

Os explico este recorrido por partes.

1.     Minivan Kuta – Mataram
Minivan
Prontico por la mañana me recogen en el hostel en un mini van que nos dejaría en Mataram en dos horas. Todo muy correcto hasta aquí. Además, conozco una catalana muy simpática y charlamos todo el camino lo que siempre lo hace más ameno. Lo que ocurre es que cuando llegamos a Mataram, ella junto al resto de pasajeros del minivan, se van de vuelta hacia Bali, y yo me quedo en el medio de la nada sola esperando el siguiente transporte. Allí, a la hora o así, aparece un taxi que me pide mi billete y tras enseñárselo me conduce hasta lo que parece ser una estación de autobuses. Me dice con señas que mi siguiente bus sale dentro de tres horas. Menos mal que uno de los objetivos de mi viaje era cultivar la paciencia.

2.     Mataram – Otra punta de Lombok, cuyo pueblo no quiero ni acordarme 

La experiencia en Mataram fue una mierda diferente. Me encontré rodeada de hombres halagando mi belleza (que no viene mal en un principio) pero que después de un rato resulta agotador. No pasé miedo, pero mis nervios se vieron sobresaltados y de vez en cuando me cambiaba de sitio para evadirme, pero a los 5 minutos, todo comenzaba de nuevo. Que de donde era, que porque viajaba sola, que donde estaba mi marido… ¡Ojú! Lo único bueno es que en mi confesión verídica sobre no tener teléfono móvil por que se me había mojado, conseguí venderlo por unas 4 comidas. Si, unos 4 euros, oye, pero menos da una piedra, ¿no?
    Estación de Mataram: cuanto menos la pises, mejor. 
    Por fin llegó la hora de montar en el bus, pero la cantidad de cajas esparcidas por el suelo, las señoras intentando venderte fruta o pinchitos de cerdo más que fríos y los hombres mayores mirándote como si fueras un solomillo vuelta y vuelta andante no mejoraron la situación. Al menos, aquí conocí a dos marroquíes con los que me hice ver que me juntaba para que me dejaran un poco en paz.

    ¿Una camiseta, unos pinchitos? En este bus podías comprar de todo
    Tardamos unas cuatro horas y al atardecer montamos en el primer ferry.

    Entrada al primer ferry
    3.     Ferry hasta Sumbawa

    De forma similar al ferry que cruza desde Tarifa a Tanger, los pasajeros nos acomodamos en los asientos del ferry durante su travesía. Encontramos una sala VIP donde nos acoplamos, pero en el intento de echar una cabezada, empezaron los rezos y después un loco cantando a capela durante más de media hora. Por que locos hay en todas partes y mejor tomárselo a risa, aunque de vez en cuando busques la cámara oculta de lo surrealista que es la situación.

    Atardecer desde el ferry 
    En sólo unas horas llegamos a Sumbawa donde de nuevo montaríamos en nuestro bus.

    4.    
    Bus cruzando todo Sumbawa. Primero a Bima y después Sape

    Tras montarnos de buevo en nuestro infierno sobre ruedas bus, en lo que pareció una eternidad, llegó la hora de la cena y tras esta el intento de dormir como una sardina enlatada congelada, por que el aire acondicionado no cesó de emitir ráfagas de aire siberiano en toda la noche.

    En mi intento de buscar un sitio donde poder dormir sin que se me congelaran las pestañas, opté por ir a la zona trasera del bus, y cuando finalmente estoy medio zombie, me doy cuenta que el señor indonesio (¿se dice así?) se está acercando peligrosamente y como el que se hace el dormido, va acercando su cabeza a mis pechos. Por no armar un jaleo, me muevo de nuevo a la Antártida y tiritando veo el amanecer desde el bus cuando llegamos a Bima, donde cambiaríamos de bus.

    Viejo verde en el bus
    En el siguiente bus con más esencia local, viajamos con las puertas abiertas y al menos podíamos observar un precioso paisaje. Dos horas amenizadas con música reggaetón que retumbaba del móvil del adolescente que controlaba los tickets nos separaban del puerto, donde tomaríamos el siguiente ferry.

    Bus con esencia local
    5.     Ferry Sape – Labuan Bajo

    Si el anterior ferry duró unas dos horas, inocente de mi pensaba que éste duraría otro par de ella. Así haría un total de 24 horas, que fue el tiempo estimado que nos comentaron duraría el viaje. Pero no. Se me ocurrió preguntar a qué hora llegaríamos y quedaban nada menos que 10 horas de travesía.
    Ferry ¿molón?
    ¡Pues a ponerse cómodos señores! En el suelo era casi imposible hacerse un sitio entre tanto mango y señora mayor acostada. Los sillones estaban forrados en plástico en el que era difícil no poner a sudar, pero nada que mi fular todo terreno no pudiese arreglar.

    ¿Y yo dónde me pongo?
    En las 10 horas me dio tiempo a comer, echar una siesta, otra, hacer una pulsera, leer, ver una peli, escribir, pensar, hacer el intento de meditar y comer el mejor mango de mi viaje (por algo tenía que hacer yo este viaje, quizás ese mango sería la clave de todo).

    El mejor mango que he probado hasta ahora (5000 rupias)
    Sobre las 17:00 se empezó a ver tierra a lo lejos y, como si hubiera estado en un naufragio en el mar durante días, di un pequeño saltito y un gritito de alegría cuando por fin a las seis atracamos en Labuan Bajo. Aun así, aquello no parecía demasiado bonito y no encontraba una habitación que se ajustara a mi presupuesto tras patearme la ciudad. Pero aun así, Flores me enamoró. Os cuento cómo en el siguiente post.